"Cementerio de la Cartuja - Zaragoza" Entre Piedras y Cipreses
El cementerio de la Cartuja cuyo nombre oficial fue "del Hospital", puesto que era lugar de enterramiento desde 1791 de los cadáveres procedentes del Hospital de Nuestra Señora de Gracia de Zaragoza. Se encuentra situado en la carretera de Castellón, entonces camino de La Cartuja, a medio camino entre ese barrio rural y la ciudad consolidada.

En 1814 se convirtió en el cementerio municipal provisional, hasta que se habilitó otro camposanto transitorio en el camino de Casablanca, en 1823. Por fin, en 1834 se construyó el actual cementerio municipal de Torrero. se encuentra situado en las afueras de Zaragoza, en un lateral de la carretera Nacional 232, a unos 4km. del barrio que le da nombre. En su interior hay siete manzanas de nichos, dos de las cuales están reservadas a las Religiosas de la Caridad de Santa Ana.
La mayor parte de interés es la Capilla, edificada en la segunda mitad del siglo XIX gracias al amparo de Dª Jacinta Torres Cánobas, según se dice en la inscripción situada en el suelo a la entrada de la misma. Se trata de una pequeña edificación que en su conjunto responde a la belleza ecléctica de inspiración regionalista. Gracias a la Capilla, el cementerio está calificado de Interés arquitectónico de clase B.

En este cementerio, al cual no es fácil llegar, podemosencontrar poco arte funerario, a excepción de el panteón de los Gil Marcilla-con bajorelieves de gran belleza-.Pero si buscamos con detenimiento podemos hallar tesoros escondidos en este lugar, como el nicho 146, sobre la lápida no hay fecha de nacimiento ni de fallecimiento, pero el epitafio escrito en ella es demoledor: MADRE, DESCANSA EN PAZ.

También podemos encontrarnos con una pequeña placa de cerámica, colocada en el muro trasero con la siguiente inscripción: ” A tres pasos al frente de esta lápida, al lado del hijo yace el padre…”, indicación que se cumple, pues veremos que hay dos cruces de hierrosituadas exactamente a tres pasos la una de la otra. En un anejo independiente seencuentra el cementerio de las monjas, en cuyas piedras podemos leer su edad de vida cronológica y su edad de vida religiosa, y en la zona opuesta y muy cerca de la entrada principal un monolito-memorial.
Podemos cerrar la visita a este cementerio, el más antiguo de Zaragoza, con un epitafio lleno de sentimentalismo y que encontraremos en una de las lápidas:” Si te quiero es porque sos mi amor, mi cómplice y todo y en la calle codo a codo, somos mucho más que dos”. Es tan pequeño como hermoso. Un buen sitio para descansar entre cruces de hierro forjado y solemnes panteones que guardan los restos de los protagonistas de horas de conversaciones políticas, revueltas ciudadanas y planes para el desarrollo de la ciudad.

El cementerio de La Cartuja abrió en 1791 vinculado al Hospital Nuestra Señora de Gracia y fue el primer camposanto de Zaragoza, por eso aún guarda los restos de muchos que murieron entre sus paredes. Pero, además, ha sido testigo de las despedidas de hombres y mujeres ilustres que dan nombre a la ciudad. En el panteón de la Beneficencia pueden leerse los nombres que hoy vertebran Zaragoza, como Manuel Lasala, Lasierra Purroy o José Ardanuy.

Les acompañan el alcalde Caballero Ibáñez, el doctor Félix Cerrada o Francisco Blesa. Tumba de nobles, descansan aquí los marqueses de Ballestar, de los que se cuenta que otorgaron a la ciudad estos terrenos para hacer un camposanto. Otra historia, para algunos menos fiable, asegura que fue Ramón Pignatelli el que cedió el emplazamiento para que no hubiera un cementerio cerca de su amado Canal Imperial. "Esta es tumba de los benefactores del Hospital Provincial y de vicepresidentes, presidentes y secretarios de la Diputación Provincial, aunque muchos ciudadanos desconozcan que yacen aquí", explica el jefe de Protocolo de la DPZ, José Luis Angoy. Pero la muerte nos iguala a todos.
A un lado de este panteón, una parcela llena de pequeñas cruces encoge el corazón de quien la mira, porque descansan en la tierra los pequeños que fallecían al poco de nacer, muchos víctima de las enfermedades del XVIII. Detrás, otro nicho espera vacío después de haber albergado los restos de un canónigo que, por brillante y liberal, fue desterrado de Oviedo por Fernando VII, y que acabó enterrado en este camposanto.

Hace diez años fue exhumado para devolverlo a su ciudad de origen. Sin ataúd, solo unas palabras tatuadas en la piedra trataban de hacerle justicia: "Virtute praeclarus, candore eximius, scientia praestantissimus...". Si se levanta la vista, se descubre el lugar en el que yace un camisa vieja de La Falange y, frente a su tumba, la fosa que se ha cavado para guardar los restos que se espera que aparezcan en María de Huerva, muertos en los fusilamientos de la Guerra Civil.

Al lado queda el panteón de una estirpe de toreros y conserjes de la plaza de Toros, los de la familia de José Gracia. "El padre del Tato está enterrado aquí", aseguran. "La gente no conoce mucho el cementerio, pero está cargado de historia", comenta la delegada del camposanto de la DPZ, Inmaculada de Francisco (PP).
Después, ella y José Luis Angoy buscan en la tierra el lugar de la pequeña Edith Emma Francisca Haas.Esta niña austriaca fue una de las víctimas de la Gran Guerra de 1914. Logró escapar del infierno y fue acogida por una familia zaragozana, pero no pudo superar sus problemas y falleció en la ciudad cuando tenía solo 13 años. Era 1921, y en su tumba, sus amigas zaragozanas grabaron una sentida despedida. Ahora, como tantos, descansa en la tierra de lo que fueron los arrabales de la ciudad.

Como la mayoría de las ciudades de la época, en Zaragoza los cadáveres eran enterrados en el interior de las iglesias, en los cementerios o fosales que las parroquias tenían en el exterior de ellas y en los conventos y monasterios. El Real y General Hospital de Nuestra Señora de Gracia poseía un cementerio en el que se sepultaban todos aquellos enfermos que fallecían en el Hospital y que no tenían sepultura propia o se desconocía su identidad. Debido a la precaria higiene que eso causaba, en 1789 se pone de manifiesto en Zaragoza la carencia de espacios y la administración de las inhumaciones.

Finalmente en 1790 se lleva a cabo la obra de un nuevo espacio para el hospital bajo las directrices del Marqués de Ayerbe, que se inauguraría en 1791. En 1804 se promulgó una circular que prohibió enterrar en las iglesias y obligó a construir cementerios en los extramuros fuera de las localidades.

Este cementerio del Hospital de Nuestra Señora de Gracia es el que se convirtió a partir del año 1814 en el cementerio provisional de Zaragoza. Esta provisionalidad duró hasta el mes de septiembre del año 1823. Actualmente el cementerio es propiedad de la Diputación Provincial de Zaragoza.
Picad sobre las imágenes para ampliar los álbumes y ver las diversas diapositivas del Cementerio de la Cartuja - Zaragoza
Free Web Hosting